Cuando conocí a Subarroca, lo que más me llamó la atención de él, fue su generosidad, su facilidad para entregarse, para compartir sus secretos y sabiduría artística con otros pintores o aspirantes a serlo.
Pero eso no es ningún secreto, en toda su obra se puede descubrir al artista, amante del ser humano. En 1952 siendo muy joven, se adentra en el Somorrostro, barrio barcelonés de chabolas junto a la playa, hoy la "Villa olímpica", impresionado por lo que ve, trabaja para reflejar en cientos de cuadros a quienes viven en medio de la miseria y del abandono. En la Fundación que lleva su nombre, se conservan más de 3.000 obras, realizadas en geometrías imposibles y expresionismos vanguardistas.
La intemporalidad de su obra, nos acerca al artista, en una actualidad de propuesta creativa.